miércoles, 3 de junio de 2009

Las vecinas: todo un tema... y otras yerbas...

Hoy parece que estoy con ganas de escribir... no es que me la pase quejando todo el tiempo, sino que las razones para quejarse se dan como si fuera una cadena, entonces sí, parece que me estoy quejando todo el tiempo...
En este caso voy a especificar un poco a qué me dedico: soy empleada de un negocio de indumentaria y accesorios varios, de todo tipo de cosas, perdón si no hago una especificación detallada de las cosas que se venden, porque, como verán, no estoy de humor...
Es una tienda de barrio, con todo lo que el "barrio" conlleva: lugar más o menos tranqui, con el Marina Coppa a la vuelta, el clásico almacén a la vuelta de mi misma cuadra, al que vas a comprar las cosas para cocinar (porque no te place caminar tres cuadras para ir a la Coope o cuatro para ir a los chinos), y la corona de todo... las vecinas.
Las vecinas... a ver... ¿por dónde empiezo?
Tenés las vecinas buenas, las que no se meten en tu vida, las que saludas al paso, aquellas con las que te quedas hablando de lo frío que está el día, y por último, aquellas que no te las bancas ni por asomo (me había olvidado de aquellas/os que esconden secretos turbios, de esos que te enterás y deseás no haberte enterado).
Lo que no soporto de muchas de ellas es que vienen al local, te cuentan sus problemas (como si vos ya no tuvieras los tuyos), te hacen sacar 6 estantes de ropa, se lamentan porque no les traes esa remerita preciosa de vidriera color "uva", pero en talle 8, y le encuentran no la quinta, sino la octava, novena o décima pata al gato (si, es muy descabellado, todos sabemos que el gato tiene sólo cuatro patas, sino pobre gato).
Y por si esto no fuera poco, te cuentan sus problemas como para justificar la razón de por qué no pagaron esa deudita que había en su cuenta... y si no me creen, les cuento de una, que vino, después que pasé por su casa a avisar que tenía una deuda del año pasado, varios días después, para decirme que había tenido un accidente y que había perdido la memoria... Bueno, ya está, si me hubiera creído esto, estaba al horno. No te voy a decir que le creí, sino que cuando me lo dijo, me quedé con cara de asombro, y opté por seguirle la corriente y hacer que le creía (ACLARACION: tengo una amiga, que vive casa por medio de esta persona, y me hubiese confirmado que esto fue verdad, tenés que verle la cara cuando le dijimos lo que nos había dicho).
Boludeces como estas están a la orden del día, y las vecinas chusmas, diosssss, esas si que hay que pegarles para hacerlas reaccionar. Un caso: Cuando falleció mi suegra, esa misma mañana, una de enfrente se encargó personalmente de pregonar lo sucedido casa por casa...sin palabras.
Me faltó otra clase de vecinos: los que viven de otros, sobre todo cuando se te meten en la casa, y cuando llegás, encontrás todo revuelto porque... te robaron. ¡Sí! ¡Acertaste! Los chorros!!! ¡Cómo dejarlos afuera de este escrito!! Toco madera, porque hasta ahora no se han metido acá, sabemos que son chorros, pero también vienen otros de otras partes...
¿Les conté que me robaron un bolso de ropa acá en Bahía? Ni en los compañeros de colectivo se puede confiar... pero eso, lo contaré más adelante, cuando decida quejarme del servicio de mierda que brindan Cristina y sus amigos (nada que ver con la Kirchner, así que abstenerse de proyecciones), y del mal trago que me hicieron pasar...

Esto fue todo por hoy.

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